miércoles, 1 de abril de 2015

El Palmar de Colón, Entre Ríos, Argentina. Semana del 23 al 28 de marzo.

Ocurrió que cuando salíamos del Palmar se detuvo el mundo algo así como dos minutos. Ustedes tal vez no se percataron pero nosotros, Gustavo y yo, nos dimos cuenta tarde.

Tener dos minutos en que el tiempo no pasa y está todo congelado no da tiempo a pensar qué hacer. Y perdimos una oportunidad invalorable... haciendo nada.

Nos habíamos cruzado con muchísimos carpinchos y casi una veintena de zorros durante el día en nuestro recorrido. Y ya era de noche. Luego de volver a comprobar que las vizcachas no me aceptan emprendimos el regreso a baja velocidad pues los carpinchos seguían allí, a la vera del camino, en grupos, pastando hierbas tiernas crecidas de la poda.

En un momento un carpincho se alejó del grupo y empezó a cruzar el sendero. Los carpichos no son animales veloces ni de reacciones rápidas, con lo que frenamos y esperamos que terminara de cruzar. Íbamos a arrancar cuando el segundo carpincho inició el cruce. En el borde dos carpinchos más lo observaban y acomodaban para cruzar a su tiempo.

Continuamos observando al lento carpincho en su travesía cuando algo pasó por su mente y se detuvo justo en el medio del cruce. Se quedó quieto, siempre mirando al frente y luego de casi un minuto... simplemente se sentó... con la vista hacia algún punto fijo internado en la oscuridad de la pradera.

Fue ahí cuando pasó. Todos los carpinchos quedaron inmóviles, el que había cruzado, el que se había sentado, los dos carpinchos que esperaban ordenadamente su turno de cruce y la media docena que pastaba fuera del camino.

Y todos los sonidos cesaron.

No llegaba ningún sonido de ningún punto cardinal ni ordinal, en medio del universo como estábamos. Ni una brisa, ni el rodar de un guijarro. Los mosquitos quedaron suspendidos en el aire.

Simultáneamente Gustavo y yo supimos que el mundo se había detenido y no sabíamos qué venía después, ¿giraría para el otro lado? ¿Implosionaría en un Big Bang inverso? ¿Rebobinaría la Historia del Universo? ¿Quedaríamos del otro lado del espejo... para siempre?

Ambos improvisamos algún movimiento para saber si nosotros dos también estábamos atrapados en la dimensión congelada del tiempo. Nuestros movimientos fueron milimétricos y creo que forzamos una inhalación al unísono.

Puso primera sólo para comprobar que el auto seguía en nuestra misma dimensión.

Podríamos avanzar, correr el carpincho un poco y pasar pero ya se agotaban los dos minutos, sopló un brisa inoportuna y los carpinchos volvieron a pastar, los insectos a volar y finalmente el carpincho terminó de cruzar el camino.

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Adriana
Gustavo